Quiero compartir con vosotros un texto, que ha llegado a mis manos, del novelista estadounidense John Ch. Gardner, poeta, traductor, crítico y profesor de Escritura Creativa en distintas universidades norteamericanas. Nacido en Batavia, Nueva York, en 1933, murió en accidente de moto a los 49 años.
El texto habla sobre la sabiduría de la madurez y todo lo que puede aprenderse en esta etapa de la vida.
Sus reflexiones pueden ser un bálsamo para los que, en su experiencia, han llegado a confirmar y vivenciar la clarividencia que encierran. En cambio, para los que en su vida se han sentido “secuestrados” por el resentimiento, por la pulsión de destacar frente a…, por la necesidad de agradar a los demás a costa de…, no cabe duda que este poema se plantea como un reto a conseguir. Yo ya me he apuntado.
LO QUE SE APRENDE EN LA MADUREZ
Lo que se aprende en la madurez no son cosas sencillas,
como adquirir habilidades e información.
Se aprende a no incurrir en conductas autodestructivas,
a no dilapidar energía por causa de ansiedad.
Se descubre cómo dominar las tensiones,
y que el resentimiento y la autocompasión
se encuentran entre las drogas más tóxicas.
Se aprende que el mundo adora el talento,
pero recompensa el carácter.
Se comprende que la mayoría de la gente
no está ni a favor ni en contra nuestro,
sino que está absorta en sí misma.
Se aprende, en fin, que por grande que sea
nuestro empeño en agradar a los demás
siempre habrá personas que no nos quieran.
Esto es una dura lección al principio
pero al final resulta tranquilizadora.
John Ch. Gardner
Gracias Antonio por haber rescatado para todos nosotros un texto tan profundo y hermoso. También me sumo a las opiniones de Manolo Poyato, Baldo Maya e Ildefonso sobre el mismo. Llegamos a esta etapa tan importante de nuestra vida en la que debemos dar lo mejor de nosotros mismos aunque sigamos abiertos a seguir aprendiendo y evolucionando.
José Manuel Chacón Mora de Níjar.
Gracias, Antonio, por compartir con nosotros un texto tan espléndido. Verdaderamente hay gente tocada con una varita mágica y el tal Gardner es uno de ellos. Sin alcanzar los 50, ha sido capaz de producir este ramillete. De todo lo que dice en el texto, me quedo con aquello de: «Se comprende que la mayoría de la gente no está ni a favor ni en contra nuestro, sino que está absorta en sí misma». No es mala cura de humildad o reconocimiento de la realidad. Y… cambiando de tercio, me uno a Ildefonso y os doy a Baldomero y a ti, artífices de este blog que tanto bien me está haciendo, la más sincera y cordial enhorabuena por vuestra jubilación, al tiempo que la bienvenida a este «club tan especial». Como el de Tarso decía a Timoteo, ambos podéis presumir afirmando: «He combatido el buen combate, he terminado mi carrera,…». Lo que antecede (anuncio del fin próximo) y lo que sigue (premio de corona) del texto paulino, ruego a Dios que os lo retrase lo más posible, pues como aseguró el santo varón al Espíritu Santo, al ofrecerle la preciosa casulla cuando llegara al cielo, por los méritos contraídos: «Más adelante, más adelante, Santo Paráclito, porque como en la casa de uno, en ninguna parte». Perdón por la broma, si he herido alguna sensibilidad.
Precioso este poema que rescatas, amigo Antonio, de tus lecturas y que nos regalas con todo cariño. Y preciosa la reflexión sincera que Baldo hace sobre los mensajes que en
el poema se contienen. Y enhorabuena a los dos por haber alcanzado la jubilación merecida y provechosa.
Estoy de acuerdo en todo. Lo principal es reconocer en cada uno que es lo esencial y que es imprescindible, para no quedarnos en las ramas de la vida y permanecer en lo que si da sentido y significado.Y en esta etapa de jubilo para los que hemos podido jubilarnos vivir desde la serenidad y la paz internas.