A la memoria de Fray Miguel de Otura

Nació en Otura (Granada) el día 29 de septiembre de 1746. Fue bautizado el 10 de octubre del mismo año con el nombre de Miguel Francisco Jerónimo López Anguita.

Profesó en la Orden Capuchina el día 1 de abril de 1764 en el convento del Buen Suceso en Granada a los 17 años de edad. (Posiblemente recibió  la ordenación sacerdotal sobre el año 1771, ya que al no encontrar los archivos correspondientes me baso en los años de estudios de la época). Según algunos frailes que le conocieron “era ejemplar religioso, de carácter apacible, gran doctrinero en las misiones y en su aspecto físico era robusto y con estatura bastante elevada”.

Su vida está ligada a la del beato Fray Diego José de Cádiz, pues, según dicen las crónicas, “ la provincia lo asignó por compañero del beato Fray Diego José de Cádiz para las misiones que aquel hizo en Castilla, Galicia, Navarra, Aragón, Castilla y Valencia.  Anduvieron, nunca mejor dicho, por muchos caminos y pueblos de la península, a veces con mucho sol y otras lloviendo o nevando”. (En próximas aportaciones documentales a este Blog intentaré dar detalles de dichas misiones).

Acabadas las dos grandes expediciones misionales a lo largo y ancho de la península ibérica, el beato Diego y fray Miguel regresaron a tierras andaluzas. En 1797 Fray Miguel de Otura fue elegido guardián del convento de Sanlúcar de Barrameda. En 1800 fue elegido guardián de Sevilla. En ese tiempo se propagó por Cádiz y Sevilla la fiebre amarilla que dejó miles de muertos en Sevilla, en donde la Comunidad de Capuchinos tuvo algunas muertes y bastantes enfermos. En 1802 encargó y trajo desde Cádiz la imagen de la Divina Pastora que se conserva en la iglesia del convento capuchino hispalense.

Imagen de la Divina Pastora. Iglesia de Capuchinos. Sevilla

En 1807 figura como definidor provincial 3º. En enero de 1809 ante el temor de que los franceses se llevaran a Francia los cuadros de Murillo y a propuesta del P. Fray Luis Antonio de Sevilla se enviaron dichos cuadros a Cádiz a través del río Guadalquivir, donde podían estar más seguros. Pocos días después, en una carta escrita por el P. Fray Miguel de Otura manifestaba: “Como a la entrada de los franceses se corrió la voz de que a todos los religiosos nos iban a pasar a cuchillo, especialmente a los Capuchinos, cada cual de nosotros escapó como pudo, sin llevar consigo nada que lo pudiera delatar como religioso”.

Tras la marcha de los franceses en 1813, los Capuchinos volvieron a su convento que los franceses habían modificado y en parte destrozado. En 1816, Fray Miguel de Otura fue elegido Guardián del convento de Sevilla. En este oficio le sorprendió la muerte el día 18 de junio de 1816. A su entierro concurrieron además de la Comunidad Capuchina, treinta hermanos de la Tercera Orden con luces, la real Hermandad del Rosario de San Gil con cera y doce cirios, once prelados de Órdenes religiosas, que alternativamente llevaron el féretro a la iglesia para dar comienzo a los funerales.

 

José Fernández Morenilla (José de Otura).

 

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