No es lo mismo «no tener que trabajar» que «descansar». Te invito a investigar, a escarbar y ahondar en tu propio descanso, a que hagas del descanso un trasunto de interés, de amor y de entrega. Yo, al menos, he descubierto que en muchas ocasiones no he llenado el descanso sino de más actividad encubierta, de más fuga o escape de energía, de más huida de mí mismo.
Procúrate un tiempo en el que descanses dentro del descanso como posibilidad inigualable de que luego puedas descansar dentro de la actividad.
Recuerda que a los poderes establecidos no les interesa personas descansadas sino «distraídas», es decir, personas incapaces de «traerse a sí mismas», de recobrarse, recuperarse o recrearse del desgaste que genera el quehacer cotidiano. Porque una persona descansada tiene tal potencial de energía que electriza, enciende e ilumina todo cuanto toca. Sólo las personas descansadas tienen la potencia precisa para transformar en luces las sombras, para templar una realidad fría e inhumana.
El descanso no es un gesto irresponsable e insolidario sino una tarea creativa necesaria. Es una urgencia política, una demanda cósmica.
El descanso creativo y transformador puede no ser exultante, aparatoso ni espectacular, pero es radicalmente incompatible con la tristeza, el abatimiento o la pesadumbre; proporciona, por el contrario, una serenidad y un gozo sobrios e imperceptibles porque lo que está generándose con dicho descanso no es sino una nueva fortaleza, robustez y firmeza interior.
Cuando descanso de verdad, mi ser, y por tanto también mi hacer posterior, se espesa, se cohesiona.
El descanso me devuelve al mundo con una nueva presencia, como auténtica primicia de una calidad renovada y con una claridad inédita.
Para descansar en el descanso basta con observarme a mí mismo descansando, con una mirada serena que ya, en sí misma, es reposo. El simple prestar atención a uno mismo descansando en el descansar ahonda el propio descanso.
Por alguna secreta y sagrada razón, la creación final de Dios, en el séptimo día, fue el descanso: «Y vió Dios que era bueno, muy bueno».
Extraido por Baldomero Maya Rincón del libro de José Mª Toro, La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. Desclee de Brouwer, 2001.
Antonio Granados hace unos días y tú hoy, habéis seleccionados bellos textos que, además de deleitarnos, nos hacen pensar. Gracias.
Es cierto que el descanso es distinto a no tener que trabajar. Yo lo definiría como la recompensa por el trabajo realizado y la recuperación precisa para iniciar nuevas labores.
De todas formas, conmigo para trabajar no contéis. Creo que ya lo hice durante bastante tiempo y, además, no quiero quitar puestos de trabajo a los jóvenes. Para descansar, tenedme presente.
Un fuerte abrazo para todos y nuestro deseo de Paz y Bien.
Felicito y doy la enhorabuena a Baldo Maya por su recién estrenada jubilación y por el acierto de enviar ese extracto del libro de José Mª Toro como homenaje a los que ya estamos en ese periodo de la vida en el que disponemos de mucho tiempo para meditar y descansar.
José Manuel Chacón Mora de Níjar.