Fray Miguel de Cantillana (Miguel de las Heras Burgos): “pastoreño” de pura cepa (ser “pastoreño” en Cantillana (Sevilla) no es solamente pertenecer a la Hermandad de la Divina Pastora como sociedad de fieles, es mucho más: es devoción, identidad social, tradiciones, cultura y pasión. La pasión por la Pastora divina a lo largo de todo el año).
¿Por qué capuchino? ¿Por su devoción a la Divina Pastora? Sobre todo por esa devoción, pero además porque un día oyó la predicación de un capuchino, el P. Serafín de Ausejo, en una ocasión singular: el traslado de los restos del gran místico franciscano Fray Bernardino de Laredo a la iglesia parroquial de Cantillana.
El joven de 18 años Miguel de las Heras que escuchaba atento el panegírico, se decidió a hablar con el fraile…y todo vino rodado, unos meses después ya era postulante en Sanlúcar de Barrameda.
Dos años de postulantado, y sigue nuestro joven en Sanlúcar un año de noviciado con el austero P. Pedro de Málaga (1957); profesión temporal (1958) y lo trasladan a Sevilla donde emite en 1961 la profesión perpetua. Desde entonces Fray Miguel recorre los conventos de la Provincia como hortelano, cocinero, sacristán y enfermero.
Fray Miguel de Cantillana vivió en nuestro convento de Jerez, su último destino, cuidado por Fray Antonio Castroviejo, y murió en el nuevo Hogar de Fray Leopoldo de Granada.
Sus familiares, como era de esperar, se llevaron sus restos mortales para darles sepultura muy cerca de su Divina Pastora.
Fray Fernando Linares