LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN. El 8 de diciembre de 1854, Pío IX definió este dogma con las siguientes palabras: «Para honor de la santa e indivisa Trinidad…, declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles». Antes, la Orden Franciscana, en su Capítulo celebrado en Toledo el año 1645, «escogió a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en cuanto la confesamos y celebramos inmune de la culpa original en su misma Concepción, como Patrona singular de toda la Orden de los Frailes Menores». Y aquello no fue una novedad rara en la historia de la familia franciscana, que desde sus primeros tiempos se distinguió como defensora acérrima de este privilegio sin par de María. El beato Juan Duns Escoto fue su adalid, y la campaña por él iniciada la prosiguió la Orden, sin desmayos, a lo largo de los siglos.
– Oración: Oh Dios, que por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos, por su intercesión, llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Aprobación de la Regla de la Tercera Orden Regular de San Francisco. Durante años, los Institutos y Congregaciones Franciscanas, femeninas y masculinas, estuvieron elaborando el texto de una Regla que, aprobada por la Santa Sede, pudiera ser común a todas ellas. En la Asamblea General que celebraron en 1982, votaron el texto que fue elevado a la Sagrada Congregación. Ésta lo aprobó con algunas modificaciones, y el Card. Pironio, en la audiencia que tuvo con el Papa el día 17 de diciembre de 1982, se lo presentó, y le pidió que lo aprobara con un solemne documento y con fecha del día de la Inmaculada, aún en el año de la celebración del VIII centenario del nacimiento de san Francisco. Y así lo hizo el papa Juan Pablo II con el breve pontificio Franciscanae vitae propositum, de fecha 8 de diciembre de 1982.