- Estuvo de misionero en Guatemala y en El Salvador. Encontró en Monseñor Amigo el aliado para la causa de los curas casados.
Francisco García Chaparro, en el taller que convirtió en Asociación Cultural Barro y Cristal.
Un infarto fulminante se llevó ayer a uno de los corazones de la Alameda de Hércules. Francisco García Chaparro (Villaverde del Río, 1940-Sevilla, 2019) era una ONG andante. Un tipo fundamental en el paisaje urbano de esta zona, aunque había recorrido medio mundo para forjar un espíritu desprendido y solidario.
Con 18 años ingresó en el convento de los Capuchinos en la Ronda. Su clausura era de aperturas y se fue de misionero a Guatemala y a El Salvador, en este país tres años antes de la guerra contra Honduras.
Fue en Centroamérica donde conoció a Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, al que asesinaron los sicarios. Ya de vuelta en España, en un curso de teología abrahámica en Córdoba al que también asistieron Hans Küng y Helder Cámara conoció al jesuita Ignacio Ellacuría dos meses antes de que lo asesinaran en el país centroamericano.
De regreso en Sevilla, consciente de que la pobreza no era exclusiva de los países subdesarrollados, se fue a ejercer el sacerdocio a Torreblanca. Todos los días cogía su Vespino para aprender cerámica en La Pañoleta. Con sus conocimientos, fue a Alemania para intercambiarlos por la técnica del vidriado.
En 1974 se casó con Concha Aparicio, con la que tuvo un hijo. Coordinó en Andalucía el Movimiento Pro Celibato Opcional y llevó la causa de los curas casados al despacho del cardenal Amigo Vallejo. Un viaje a la India con su esposa y la visión de la obra de la Fundación Vicente Ferrer le llevó a abrir en la calle Relator un taller en su cochera. En la Asociación Cultural Barro y Cristal enseñó el oficio en cursos sin ánimo de lucro. Organizó una degustación de cocinas étnicas en las que participó el senegalés Mahmoud Traoré, al que Paco García Chaparro ayudó a difundir su libro «Partir para contar«, su odisea para llegar a España atravesando media África.
La duquesa de Alba en persona le encargó los azulejos del templo de los Gitanos. Participó en la restauración de las vidrieras de la catedral. Hace año y medio expuso en el Mercantil parte de su obra. Los beneficios fueron a parar a la parroquia de Los Pajaritos.
Este domingo hay un responso a las 10,15 en el tanatorio de la SE-30. A las 11,15, la incineración.