Si os soy sincero, este artículo llevo pensándolo desde hace mucho tiempo, pero lo mismo que me animaba para enviarlo al blog, al tiempo me desanimaba. Al final me he decidido a hacerlo porque creo que el contenido de este escrito revivirá la nostalgia en muchos compañeros y se alegrarán con su lectura.
Todos mis escritos enviados a nuestro querido blog se han caracterizado y definido por ser un recordatorio de nuestra estancia en el Seminario Seráfico de Antequera pues soy un fiel valedor del lema de nuestra Asociación: » Recordar es volver a vivir». También me anima a hacerlo el que algún compañero me haya comentado que le agrada leer mis escritos ya que le hace recordar muchas vivencias pasadas.
En mi intervención en el primer Encuentro al que asistí (Sanlúcar de Barrameda), comenté que la educación y la formación académica que recibimos en el Seminario no tenía nada que envidiar a ninguna otra de su tiempo porque era una de las más avanzadas. Nuestro Claustro de Profesores era un profesorado preparado, competente y vocacional.
Para que nuestra educación y formación fuese integral, nuestros rectores recordaron la cita latina de «Mens sana in corpore sano» («Sátiras» de Juvenal ), y con buen criterio decidieron que la práctica del deporte sería un buen complemento para nuestro desarrollo y educación integral. No recuerdo la periodicidad semanal, pero sí teníamos clases de Educación Física (Gimnasia), en el patio de los pequeños y en el de los mayores. No recuerdo el nombre de todos los profesores aunque sí el de D. Joaquín Jiménez Hidalgo. En cierta ocasión fuimos a la Plaza de Toros de Antequera a ejecutar una tabla completa de ejercicios gimnásticos. Siento no acordarme el motivo de este acto.
Los Jueves/tarde era el día dedicado al descanso académico y, como tal, aprovechado para los paseos y para la práctica del fútbol. Muchas veces vestíamos nuestras mejores galas e íbamos de paseo por la ciudad monumental de Antequera visitando alguno de sus monumentos: Iglesia de S. Sebastián, Cuevas de Menga, Viera,etc. Cerca de los finales de curso hacíamos excursiones al Torcal, al río Genil en Benamejí (Córdoba), Peña de los Enamorados y Pantano de El Chorro de los Gaitanes, etc.
Otras veces los paseos eran al río Guadalhorce por la carretera de Sevilla, a La Cañada por un camino que bordeaba la montaña que hay enfrente del Seminario, a la Fuente de la Villa en la falda del Torcal, a las antiguas ruinas romanas de Singilia (donde cada cual dejaba volar su imaginación buscando restos de cerámica de vasijas, trozos de mármol, etc). En el Museo de Antequera hay una tumba romana que fue hallada cerca de esta antigua ciudad y el famoso Efebo de Antequera (estatua de un muchacho). También recuerdo que por la carretera de Córdoba se llegaba a un Colegio que le decían «Aguirre»; no recuerdo a qué congregación pertenecía. Creo que eran los Salesianos. También fuimos de paseo alguna vez. No quiero que se me olvide el hacer mención a Fray Casimiro que siempre nos acompañaba en los paseos como también la bolsa con el trozo de pan y chocolate que era nuestra merienda y que nos reconfortaba después de la caminata.
Cuando tocaba partido de fútbol nos desplazábamos al Campo de Fútbol de «El Maulí», donde jugaba sus partidos el Antequerano de 3ª División. Nada más llegar, los pequeños ocupaban medio campo y los medianos el otro medio. Después de que éstos jugasen, los mayores lo hacían ocupando todo el terreno de juego. Era gracioso ver a los pequeños correr todos detrás del balón y el que podía le daba una patada cuando éste pasaba por su lado. En los medianos ya había más nivel y se apreciaba otro trato con el balón. Donde ya había un gran nivel era en los mayores porque sabían jugar al fútbol y practicaban este deporte con cierto rigor.
Estando yo en Segundo se organizó un torneo interno de baloncesto que se jugaba los sábados/domingos por la mañana. Los equipos estaban compuestos por alumnos de los cursos pequeños, hasta tercero o cuarto. Algunos compañeros de los cursos mayores eran los responsables/encargados de cada equipo. Creo recordar que nuestro mánager era Manuel Nadal de Cogollos Vega y alguno de los jugadores éramos: Antonio Robles, Paco Corpas, Juan José, algunos más y yo. El deporte nos mantenía activos y con la práctica deportiva hacía que nos gustase. Recuerdo al compañero Adrián Hidalgo Guisado de Villanueva del Duque (Córdoba), que en el patio de los pequeños, tirase desde donde tirase, siempre encestaba en la canasta.
Donde mayormente me quiero centrar en este escrito es en el equipo de balonmano del Seminario entrenado por el Padre Juventino que, junto a los responsables de deportes de cada una de las Congregaciones religiosas de Antequera (Carmelitas, Salesianos, Hermanos de La Salle, Instituto, Capuchinos, etc) crearon una Liga de Balonmano Local que fue el germen del auge del balonmano en Antequera y del Club Balonmano Antequera que ha llegado a militar en la División de Honor del balonmano español. Sin duda alguna, todas estas personas fueron los auténticos precursores del balonmano en Antequera y el mérito hay que reconocérselo en su justa medida.
El Padre Juventino, con el consentimiento y aprobación de sus superiores, entrenó y dirigió al equipo «San Francisco de Asís » mientras éste fue profesor en el Seminario. Lo dirigió con tal acierto que todos los años, nuestro equipo fue Campeón de Antequera. Recuerdo duros enfrentamientos contra el Instituto, Hermanos de La Salle, Carmelitas, etc. En un descampado que había enfrente de la Plaza de Toros se habilitaba un terreno para practicar el balonmano y allí se dirimían los enfrentamientos. Hay por ahí fotos que dan testimonio de estos grandes enfrentamientos. Por este formidable equipo pasaron: Antonio García Rubio, Gabriel Durán, Luís Rodríguez Vílches, José Antonio Fernández López («Mega»), José Miguel Luque Campozo, Juan José Valverde, Juan Rayo, Pedro Oliva Trisac, Jesús Padilla González, Silvestre Molina Delgado (la figura del equipo). Cuando el Padre Juventino dejó el Seminario por traslado a Melilla, se hizo cargo del equipo el Padre José Luís Domínguez de Cabeza de Vaca, que siguió cosechando triunfos importantes para el equipo del Seminario. Los componentes del equipo fueron: «Piri», Ruano, Perea, Angel Galán, Rufino Domínguez, Francisco Gámez, Parejo, Antonio Cuesta Hurtado, Antonio Abril Murciano, Rogelio Chacón Mora, etc. Se hizo una Selección de Antequera y fueron a competir a Ávila entre los que estaban varios del equipo de Capuchinos, contando con el concurso de Silvestre Molina que ya no estaba en Antequera. Hicieron un honroso papel ante conjuntos muy cualificados como Atlco. de Madrid, Vallehermoso, etc.
También el Padre Juventino preparó un equipo de balonvolea para representar a Antequera formado exclusivamente por compañeros del Seminario, entre los que me encontraba yo. Quedamos subcampeones de Málaga, siendo derrotados por el equipo de El Palo que se alzó como campeón. Yo no llegué a debutar pero los compañeros supieron competir con una gran garra y dignidad.
Con este escrito quiero rendir un sencillo homenaje y nuestra gratitud a los Padres Juventino y José Luís y a todos los compañeros que pusieron el listón y el nombre del Seminario Seráfico en lo más alto.
José Manuel Chacón Mora de Níjar.