Cada día brota una historia: «Otros niños robados»

El marxismo es la máxima forma de la patología mental—había sentenciado el coronel Antonio Vallejo Nájera, psiquiatra supremo en la España del generalísi­mo Francisco Franco.

Él había estudiado, en las cárceles, a las madres re­publicanas, y había comprobado que tenían instintos criminales.

Para defender la pureza de la raza ibérica, amena­zada por la degeneración marxista y la criminalidad materna, miles de niños recién nacidos o de muy corta edad, hijos de padres republicanos, fueron secuestra­dos y arrojados a los brazos de las familias devotas de la cruz y de la espada.

¿Quiénes fueron esos niños? ¿Quiénes son, tantos años después?

No se sabe.

La dictadura franquista inventó documentos falsos, que les borraron las huellas, y dictó orden de olvidar: robó los niños y robó la memoria.

(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, pag. 63. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012)

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Cada día brota una historia: «Elogio de la brevedad»

En un día de enero de 1776, se publicó, en Filadelfia, la primera edi­ción de Sentido común Thomas Paine, el autor, sostenía que la independen­cia era un asunto de sentido común contra la humilla­ción colonial y la ridícula monarquía hereditaria, que tanto podía coronar a un león como a un burro.

Este libro de cuarenta y ocho páginas se difundió más que el agua y el aire, y fue uno de los papas de la independencia de los Estados Unidos.

En 1848, Karl Marx y Friedrich Engels escribieron las veintitrés páginas del Manifiestcomunista, que em­pezaba advirtiendo: Un fantasma recorre Europa… Y ésta resultó ser la obra que más influyó sobre las revolucio­nes del siglo veinte.

Y veintiséis páginas sumaba la exhortación a la indig­nación que Stéphane Hessel difundió en el año 2011. Esas pocas palabras ayudaron a desatar terremotos de protesta en varias ciudades. Miles de indignados inva­dieron las calles y las plazas, durante muchos días y no­ches, contra la dictadura universal de los banqueros y los guerreros.

 

 

 

(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, Pag. 23.  Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012)

 

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Cada día brota una historia: «Las pinturas negras»

En 1828, Francisco de Goya murió en el destierro.

Acosado por la Inquisición, se había marchado a Francia.

En su agonía, Goya evocó, entre algunas palabras in­comprensibles, su querida casa de las afueras de Ma­drid, a orillas del río Manzanares. Allí había quedado lo mejor de él, lo más suyo, pintado en las paredes.

Después de su muerte, esa casa fue vendida y reven­dida, con pinturas y todo, hasta que por fin las obras, desprendidas de los muros, pasaron al lienzo. En vano fueron ofrecidas en la Exposición Internacional de Pa­rís. Nadie se interesó en ver, y mucho menos en com­prar, esas feroces profecías del siglo siguiente, donde el dolor mataba al color y sin pudor el horror se mostraba en carne viva. Tampoco el Museo del Prado quiso com­prarlas, hasta que a principios de 1882, entraron allí por donación.

Las llamadas pinturas negras ocupan, ahora, una de las salas más visitadas del museo.

Las pinto para mí—había dicho Goya.

Él no sabía que las pintaba para nosotros.

 

 

(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, pag. 129. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012)

 

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Cada día brota una historia: «Día de la Luz»

Ocurrió en África, en Ifé, ciudad sagrada del reino de los yorubas, quizás un día como hoy, o quién sabe cuándo.

Un viejo, ya muy enfermo, reunió a sus tres hijos, y les anunció:

Mis cosas más queridas serán de quien pueda llenar completamente esta sala.

Y esperó afuera, sentado, mientras caía la noche.

Uno de los hijos trajo toda la paja que pudo reunir, pero la sala quedó llena hasta la mitad.

Otro trajo toda la arena que pudo juntar, pero la mi­tad de la sala quedó vacía.

El tercer hijo encendió una vela.

Y la sala se llenó.

 

(Galeano, Eduardo. “Los hijos de los días”, pag. 119. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012)

 

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Un Papa sin aliñar

Si me gusta este Papa es porque rompe, con su estilo tan cercano, una larga tradición de pontífices que predicaban la humildad encaramados en la cúspide de una Iglesia adinerada y clasista, enjoyada y bien comida, poblada de orondos cardenales premamá que a su paso dejaban una estela de incienso y Margaret Astor. La cúpula eclesial desmentía con su boato la sencillez de miles de párrocos flacos y sacrificados que predicaban el Evangelio con los bolsillos vacíos y la boca sin saliva.

Yo recuerdo con frecuencia al cardenal Fernando Quiroga Palacios, que era un hombre alto y corpulento, un leñador de púrpura que comparecía en los actos de palacio con el rostro empanado por una mezcla de bechamel y maquillaje, obstétrico y luminoso como si con el sobrecogimiento de la inspiración divina le hubiese bajado la regla en su útero de terciopelo. Monseñor desprendía un penetrante olor a jabón y a especies, a soprano y a pinche de cocina. Y cada vez que impartía la bendición, al girarse para difundirla me llegaba hasta la cara aquel ácido vaho episcopal en el que se mezclaban la toilette de Bette Davis y el resuello de Jack Nicklaus.

Francisco es un Papa sin aliñar. Habla con suavidad y dice cosas drásticas que nos devuelven la esperanza en una Iglesia en la que la palabra de los prelados deje más huella que el aliento de esos almuerzos palaciegos en los que uno imagina al camarlengo trinchando el pavo de Navidad con la cresta del crucifijo. Le deseo suerte al Sumo Pontifice. La va a necesitar para recuperar entre los católicos la imagen del Cristo que de niño me enseñaron en la escuela, aquel tipo sencillo y expresivo al que tantas veces imaginé repartiendo con naturalidad el gel y las toallas en la penumbra del burdel. Porque no es buen camino el que sigue esta Iglesia golosa y vertical en la que parece que los cardenales tengan a Dios de cocinero.

JOSÉ LUIS ALVITE

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Cada día brota una historia

Ha llegado la canícula y nuestro Blog suspira por encontrar almas caritativas que aporten una publicación o artículo o lo que sea que nos ilustre, amenice, recuerde, distraiga, forme, entretenga, cuestione…

La continuidad del blog ha representado para muchos un referente de consulta cotidiano que les sirve de conexión y enlace con aquellos compañeros que a causa de la distancia geográfica y/o emocional  no tienen la posibilidad de compartir recuerdos, vivencias o simplemente chascarrillos. Por ello, de nuevo este año, no nos vamos de vacaciones, seguiremos al pie del cañón manteniendo vivo el objetivo comunicativo del blog y recreando ese espíritu integrador de personas que en un día de sus vidas eligieron compartir un ideal franciscano y que cada uno, a su manera, ha tratado de plasmar en el devenir de sus experiencias y relaciones con los demás……

Acudimos de nuevo a la obra literaria “Los hijos de los días” (Ed. Siglo XXI, 2012),  de Eduardo Galeano, para entresacar algunas de sus 366 historias, en las que el autor refleja la vida de hombres y mujeres célebres o anónimos, que muestran las fragilidades de personajes conocidos y la grandeza de los ignorados.

El mismo Galeano,  hablando de estas pequeñas historias nos recuerda que  “vivimos presos de una cultura universal que confunde la grandeza con lo grandote. Yo creo, o más bien dicho yo sé, por experiencia, que la grandeza alienta, escondida, en las cosas chiquitas, las pequeñas historias de la vida cotidiana que van formando el colorido mosaico de la historia grande. No es fácil escuchar esos susurros cuando malvivimos la vida convertida en espectáculo estrepitoso y gigantesco”.

Seguro que cada uno, entre estas historias, encuentra la suya, o encuentra por lo menos el espacio para reflexionar, para darse cuenta de algo, para pensar un poco. Dejémonos llevar.

 

La historia de hoy nos habla de:

El libro de los prodigios

En un día de éstos de 1455 salió a luz la Biblia, pri­mer libro impreso en Europa con tipografía móvil.

Los chinos venían imprimiendo libros desde hacía dos siglos, pero fue Johannes Gutenberg quien inició la difusión masiva de la más apasionante novela de la literatura universal.

Las novelas cuentan pero no explican, ni tienen por qué explicar. La Biblia no dice qué dieta siguió Noé pa­ra llegar al Diluvio con seiscientos años de edad, ni cuál fue el método que usó la mujer de Abraham para que­dar embarazada a los noventa, ni aclara si sabía hablar en hebreo la burra de Balaam, que discutía con su amo.

(Galeano, Eduardo. “Los hijos de los días”, pag. 71. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012)

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Elcano y Cádiz

San Fernando de Cádiz en el recuerdo; ciudad donde residí varios años por motivos de trabajo en la Compañía Telefónica de España.  

Paseando por sus calles y visitando algunos históricos edificios supe, que en siglos pasados, ilustres marinos españoles vivieron en aquella localidad y que en sus travesías a través de los océanos, conocieron terribles tempestades, enfermedades, quimeras, éxitos y fracasos. También dejaron su huella histórica en dicha población, activos y valerosos diputados del siglo XIX que soñaron una sociedad más libre y justa.

Alguna vez, acudí al puerto marítimo de Cádiz para ver zarpar el buque escuela Juan Sebastián Elcano. Contemplando aquel magnífico espectáculo, me propuse realizar como aficionado a la pintura, una composición pictórica de dicho evento; cuya imagen os dedico con todo mi mejor afecto.

En la época estival, cuando para mitigar el calor frecuentaba las playas gaditanas, en alguna ocasión rememoré la alberca del Seminario, cuya función era regar la huerta, y donde nos permitían bañarnos en verano entre alegres zambullidas, chapoteos e intentos de nadar.

Con estos recuerdos de San Fernando y Cádiz, os deseo buen verano y envío a todos un saludo fraternal de Paz y Bien.

José Fernández Morenilla. (Otura).

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El descanso como gesto creativo

No es lo mismo «no tener que trabajar» que «descansar». Te invito a inves­tigar, a escarbar y ahondar en tu propio descanso, a que hagas del descanso un trasunto de interés, de amor y de entrega. Yo, al menos, he descubierto que en muchas ocasiones no he llenado el descanso sino de más actividad encubierta, de más fuga o escape de energía, de más huida de mí mismo.

Procúrate un tiempo en el que descanses dentro del descanso como posibilidad inigualable de que luego puedas descansar dentro de la actividad.

Recuerda que a los poderes establecidos no les interesa personas descansa­das sino «distraídas», es decir, personas incapaces de «traerse a sí mismas», de recobrarse, recuperarse o recrearse del desgaste que genera el quehacer coti­diano. Porque una persona descansada tiene tal potencial de energía que elec­triza, enciende e ilumina todo cuanto toca. Sólo las personas descansadas tie­nen la potencia precisa para transformar en luces las sombras, para templar una realidad fría e inhumana.

El descanso no es un gesto irresponsable e insolidario sino una tarea creativa necesaria. Es una urgencia política, una demanda cósmica.

El descanso creativo y transformador puede no ser exultante, aparatoso ni espectacular, pero es radicalmente incompatible con la tristeza, el abatimiento o la pesadumbre; proporciona, por el contrario, una serenidad y un gozo sobrios e imperceptibles porque lo que está generándose con dicho descanso no es sino una nueva fortaleza, robustez y firmeza interior.

Cuando descanso de verdad, mi ser, y por tanto también mi hacer posterior, se espesa, se cohesiona.

El descanso me devuelve al mundo con una nueva presencia, como auténtica primicia de una calidad renovada y con una claridad inédita.

Para descansar en el descanso basta con observarme a mí mismo descansando, con una mirada serena que ya, en sí misma, es reposo. El simple prestar aten­ción a uno mismo descansando en el descansar ahonda el propio descanso.

Por alguna secreta y sagrada razón, la creación final de Dios, en el séptimo día, fue el descanso: «Y vió Dios que era bueno, muy bueno».

 

Extraido por Baldomero Maya Rincón del libro de José Mª Toro, La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal.  Desclee de Brouwer, 2001.

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Convocatoria Asamblea General 2013

Asociación «Francisco de Asís» de los AA. AA. del Seminario Seráfico de los HH. MM. Capuchinos de Andalucía

Julio de 2013

Por el presente, se convoca Asamblea General de la Asociación Francisco de Asís de los Antiguos Alumnos del Seminario Seráfico de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía, el próximo sábado, día 28 de septiembre de 2013, a las 10:30 horas, en el centro matriz, antiguo Seminario Seráfico de Capuchinos de Antequera,  con  el siguiente Orden del Día:

Punto 1º.- Informe de la Asociación

Punto 2º.- Informe de Tesorería

Punto 3º.- Entrega de emblemas a los nuevos socios o a aquellos socios que no la recibieron en años anteriores.

Punto 4º.- Intervención de socios

Punto 5º.- Ruegos y preguntas.

Aprovecho la ocasión para recordar que el próximo Encuentro de la Asociación es en el mes de septiembre, los días 28 y 29. Te esperamos.

Un abrazo.

Antonio Sancho Pedreño.- Presidente               Fernando Martínez Pérez.- Secretario

 

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Lo que se aprende en la madurez

Quiero compartir con vosotros un texto, que ha llegado a mis manos, del novelista estadounidense John Ch. Gardner, poeta, traductor, crítico y profesor de Escritura Creativa en distintas universidades norteamericanas. Nacido en Batavia, Nueva York, en 1933, murió en accidente de moto a los 49 años.

El texto habla sobre la sabiduría de la madurez y todo lo que puede aprenderse en esta etapa de la vida.

Sus reflexiones pueden ser un bálsamo para los que, en su experiencia, han llegado a confirmar y vivenciar la clarividencia que encierran. En cambio, para los que en su vida se han sentido “secuestrados” por el resentimiento, por la pulsión de destacar frente a…, por la necesidad de agradar a los demás a costa de…, no cabe duda que este poema se plantea como un reto a conseguir. Yo ya me he apuntado.

LO QUE SE APRENDE EN LA MADUREZ

  Lo que se aprende en la madurez no son cosas sencillas,

como adquirir habilidades e información.

Se aprende a no incurrir en conductas autodestructivas,

a no dilapidar energía por causa de ansiedad.

Se descubre cómo dominar las tensiones,

y que el resentimiento y la autocompasión

se encuentran entre las drogas más tóxicas.

Se aprende que el mundo adora el talento,

pero recompensa el carácter.

Se comprende que la mayoría de la gente

no está ni a favor ni en contra nuestro,

sino que está absorta en sí misma.

Se aprende, en fin, que por grande que sea

nuestro empeño  en agradar a los demás

siempre habrá personas que no nos quieran.

Esto es una dura lección al principio

pero al final resulta tranquilizadora.

John Ch. Gardner

Antonio Granados.

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