DE CUAN GRACIOSA Y APACIBLE
ERA LA BELLEZA DE LA VIRGEN
¡Morena por el sol de la alegría,
mirada por la luz de la promesa,
jardín donde la sangre vuela y pesa;
inmaculada Tú, Virgen María!
¿Qué arroyo te ha enseñado la armonía
de tu paso sencillo, qué sorpresa
de vuelo arrepentido y nieve ilesa,
junta tus manos en el alba fría?
¿Qué viento turba el momento y lo conmueve?
Canta su gozo el alba desposada,
calma su angustia el mar, antiguo y bueno.
La Virgen, a mirarle no se atreve,
y el vuelo de su voz arrodillada
canta al Señor, que llora sobre el heno.
Luis Rosales
En la Natividad del Señor, mi felicitación con esta imagen de Andrea della Robbia y este soneto del poeta granadino, uno entre otros poemas que él dedica al Misterio del Dios nacido para nosotros. Me pareció oportuno unir la imagen y el poema por la placidez que encarnan ambos y habida cuenta de la necesidad de tal sosiego en la barahúnda de vocerío en que nos movemos, aquejados tantos por el dolor.
Que Jesús “ha nacido para todos” , y en las circunstancias que sabemos, quizás hiera los oídos prepotentes (?) de muchos, pero el hecho de la bondad del Padre Dios que nos entregó a su Hijo y la del hombre que lo recibe, representado en María, es ya una dicha y un gozo que nada ni nadie podrá arrebatarnos. Un abrazo.
Fr. Alfonso Ramírez Pedrajas