¡Qué gozo sentimos los que nos hemos encontrado aislados, al borde del camino, de una iglesia sofisticada, convirtiendo el compromiso cristiano en un obligado cumplimiento de ritos y costumbres implantados por supertécnicos eclesiásticos, oscureciendo la auténtica imagen de Jesús de Nazaret!
No teníamos cabida los que olíamos a sospecha doctrinal, porque estábamos caminando y arriesgando con los hermanos más desfavorecidos, es decir, con los leprosos del siglo XXI.
Qué lindo mensaje encierran las palabras de nuestro Papa Francisco: «Quiero pastores que huelan a ovejas«. Ciertamente esta expresión habrá sido determinante para que muchos, muchísimos pastores, hayan recapacitado en su actitud ante el pueblo sencillo y honesto. Cada gesto, cada palabra de nuestro Santo Padre, nos están recordando aquella frase del evangelio que nos dice: ”la gente se sentía a gusto con Jesús». Nos hace pensar que ha llegado la hora en que se cumplan las palabras de Isaías: «he venido a liberar a los cautivos….»
Leonardo Boff, uno de los fundadores de la teología de la liberación, dice: «pienso que haya algo providencial en su elección, que es el Papa del tercer milenio y que puede ser un estímulo de solidaridad moral, espiritual, que nos llama a amar la naturaleza y la vida».
La cercanía al pueblo sencillo, a los que aplaudieron y acompañaron a Jesús en su entrada a Jerusalén, es una actitud permanente en sus mensajes y en sus gestos.
Recuerdo con tristeza que en un programa de televisión por los años ochenta, a dos religiosos implicados con dos colectivos desahuciados de nuestra querida iglesia, un conocido y prestigioso sacerdote con traje de marca y zapatos de piel de cocodrilo, nos ridiculizó diciendo: «la elegancia en el vestir de los pastores debe ser uno de sus distintivos». En aquel momento nos sentimos avergonzados porque nuestros vestidos estaban limpios, aunque humildes. El que tenga oidos…..
Fr. Rafael Pozo, ofmcap.
(publicado en el “Adalid Seráfico”, nº de Marzo-Abril, 2013)
Reflexiones acerca del artículo
El título que nuestro querido Rafael Pozo ha escogido para encabezar el artículo publicado en el “Adalid Seráfico” me ha dejado gratamente impresionado, sobre todo por la brevedad y la profundidad de su contenido.
No sé si conocéis los principios de su apostolado en Centroamérica, plagado de compromisos con la misión apostólica que llevó a cabo en aquellas tierras, incluidos multitud de riesgos personales, por mostrarse testigo de Cristo en primera persona y anteriormente en nuestra España en plena dictadura. También dejó su sello indeleble al estar siempre atento y disponible para los desprotegidos, sin importarle a quién tuviera que afrontar o enfrentarse, con tal de defender a quien sintiera la necesidad de su apoyo, tanto material como espiritual.
También me ha llamado mucho la atención la referencia al P. Leonardo Boff, fundador de la Teología de la Liberación, con el que la Jerarquía Eclesiástica ha mantenido con frecuencia enfrentamientos bastante duros. Dicho sea de paso, yo sigo pensando que su pensamiento doctrinal se aproxima mucho más a lo que Cristo nos enseñó, que lo que se pueda alejar de él.
Al hacer referencia a nuestro nuevo Papa Francisco, coincido plenamente con él en que está mostrando nuevas formas que rompen con bastantes normas arcaicas ancladas en la propia estructura eclesiástica, pero que quizás le pueden acarrear más de un dolor de cabeza; sin embargo, pienso que a los creyentes de verdad, siempre nos tendrá a su lado pues vemos que esa nueva actitud emana de lo que Jesús de Nazaret nos enseñó.
Juan Luis Torres
Ya sabes Juan Luís que en las varias conversaciones telefónicas que hemos mantenido, hemos comentado el artículo de Fray Rafael Pozo conviniendo en que nos gustó mucho y que compartimos lo que dice. También estoy de acuerdo en tu posterior comentario. Un fuerte abrazo.
José Manuel Chacón Mora de Níjar.