Hoy, día 28 de Mayo, a las 9 de la mañana Antonio Sancho me ha comunicado el fallecimiento de nuestro querido Padre Juventino de Ronda. De pronto han pasado por mi mente infinidad de imágenes y vivencias con él compartidas, fruto del cariño mutuo y del respeto que siempre le he profesado. Descansa en Paz, querido amigo.
Desde la emoción, quiero recordar la última conversación telefónica que tuve con él cuando aún estaba ingresado en el hospital; le iban a dar el alta en breve y quedamos en que volvería a contactar con él una vez que ya estuviese en casa y hubiese descansado del lío del hospital. Hoy tenía previsto llamarle para ver cómo estaba. También le comuniqué que tenía pensado enviar al blog una pequeña semblanza suya y de su hermano Carlos. Me contestó: » no tardes mucho no vaya a ser una semblanza póstuma». Yo le contesté que lo haría pronto y que qué ocurrencias tenía. Pienso que él ya conocía el alcance de su enfermedad y prefirió sufrirla en silencio.
Sirva esta pequeña semblanza como pequeño homenaje póstumo hacia su persona y a la de tantos frailes capuchinos que pasaron por nuestras vidas dejando una profunda huella imperecedera.
Recién llegados al Seminario son muchas las circunstancias nuevas a las que te tienes que adaptar, ya que todos tenemos todavía muy reciente nuestro ambiente familiar. Todo, en el entorno del Seminario, es nuevo para nosotros: frailes, compañeros, horario, disciplina, etc. A todos nos llama profundamente la atención el grupo humano de frailes que conforman la comunidad conventual y el Claustro de Profesores del Seminario. Hombres jóvenes entregados a la difícil tarea de formar, educar e instruir a unos niños depositados en sus manos.
Una vez integrado en el quehacer cotidiano del Seminario, debido al trato diario con nuestros profesores y con un conocimiento más personalizado de los mismos así como de los cargos que ostentan dentro del Organigrama, me llama poderosamente la atención la figura de nuestro querido Jefe de Estudios: Padre Juventino de Ronda. Su figura menuda, breve barba y gafas oscuras, siempre dispuesto a la palabra amable, al consejo acertado, afabilidad sin límites, etc. Fue mi director espiritual como el de muchos compañeros y siempre le estaré muy agradecido por su sabia dirección.
Supo estar siempre en su papel de Jefe de Estudios y nunca ocupó ni pretendió inmiscuirse en asuntos ajenos a su cargo. Siempre he comentado que nuestros profesores fueron unos adelantados a su tiempo y que el nivel del profesorado de nuestro Claustro no tenía que envidiar a ningún otro. La labor del Padre Juventino como Jefe de Estudios tuvo que influir poderosamente en todo esto.
El adagio latino » Mens sana in corpore sano «, fue una constante en su vida y así, con otros compañeros de las diversas congregaciones religiosas de Antequera crearon la Liga Local de Balonmano y fueron los pioneros y abanderados de lo que es actualmente el Club Balonmano Antequera. Fue mi profesor de Matemáticas en 2º Curso y, con su saber hacer, consiguió que dicha asignatura se nos hiciese menos árida y antipática. Estando en una de sus clases de Matemáticas ocurrió el asesinato del Presidente Kennedy y él nos comunicó la noticia.
Era el entrenador del equipo de balonmano del Seminario «San Francisco de Asís» y llevado por su magistral dirección siempre ganaba todos los años el Campeonato Local. Sirva como homenaje hacia su persona la relación de los componentes de uno de los equipos a los que él dirigió: Gabriel Durán, Antonio García Rubio, José Antonio Fernández López, José Miguel Luque Campozo, Luís Rodríguez Vilches, Silvestre Molina Delgado, Juan José Valverde León, Jesús Padilla González, etc. Nunca aparecía en las fotos con el equipo porque no quería atribuirse mérito alguno y éste lo ofrecía para los jugadores. También entrenó al equipo de balonvolea del Seminario, (del que llegué a formar parte estando en 6º), y quedamos Subcampeones de Málaga ante el equipo de El Palo.
Las diversas convivencias veraniegas que realizamos en los Campamentos «José Rosso» y «Vigil de Quiñones», tanto en Cortes de la Frontera como en Marbella, nos ayudaban a fortalecer el espíritu y cargar las pilas para el curso que se nos avecinaba. También el Padre Juventino era partidario de las mismas y otorgaba su consentimiento.
Han tenido que pasar más de cuarenta años, auspiciado por los Encuentros de nuestra querida Asociación, para que me volviese a reencontrar con los Padres Juventino y Carlos de Ronda; tanto mi mujer Julia como yo nos hemos encontrado con dos amigos entrañables, todo cordialidad y fraternidad, excelentes conversadores dotados de ese gracejo andaluz que tanto nos hacer ser diferentes. Guardamos como «oro en paño » en nuestra memoria y en nuestro corazón las imágenes y los momentos que compartimos en el último Encuentro en Antequera.
Querido Padre Juventino: siempre perdurarás en nuestra memoria y en nuestro corazón. Con todo mi cariño.
José Manuel Chacón Mora de Níjar.
Para mí, la existencia del Padre Juventino resultó crucial en mi vida. Él fué el que me «pescó» en mi pueblo, Villaverde del Río, para ingresar en el Seminario Seráfico de Padres Capuchinos de Antequera. Ese momento resultó ser ese TREN en el que te subes o no te subes en tu vida, y del que depende enormemente tu futuro. Fué en Junio de 1.964. Para mi familia fué igualmente gratificante. Y cuando ingresé en el Seminario cuatro meses después, pude comprobar que el Padre Juventino no había sido solamente aquel apóstol que reclutara a jóvenes estudiantes, sino que era un auténtico revulsivo de la vida del Centro; disponía de grandes habilidades en la organización de grupos, casi siempre enfocados a actividades deportivas; era un atleta, un entrenador, gran aficionado a las marchas y excursiones a los Torcales, a la Cueva de Menga, a la Peña de los Enamorados; fué un gran Maestro; a mí me dió clases de Latín y de Matemáticas; y, como las grandes personas, también me hizo llorar, como recordarán muchos compañeros, cuando mi torpeza por no entender el Teorema de Pitágoras, lo sacaba de sus casillas. Igualmente, fué un gran instructor en materia de lo que llamábamos Conducta y Urbanidad, 8-7, 9-7, 5-8,…notas que proclamaba en voz alta relacionando a todos los alumnos. Repartía la correspondencia, nos enseñaba y animaba a escribir cartas a nuestros familiares, nos entregaba los paquetes que nos mandaban nuestras familias, y nos inculcaba que compartiéramos con los demás los dulces y chucherías que nos habían enviado en los paquetes. Y, por supuesto, junto con el Padre Demetrio, formaron un gran equipo de asistencia humana y espiritual. Dos grandes personas a las que siempre admiré, de los que tengo un gran recuerdo, y a los que les estoy profundamente agradecidos.
Gracias, José Manuel, por las semblanzas que has descrito con tanto afecto sobre el Padre Juventino. Creo que si para entrar en el Cielo le han pitado un Penalti, lo ha marcado desde los 7 metros, y ha ganado su último partido de Balonmano.
Un abrazo a todos.
Gracias, José Manjuel, por haber sido tú el primero en darme esta triste noticia que, por desgracia, me ha pillado en Palma de Mallorca y no he podido acompañar al P.Carlos en este duro trance.
Has hecho una semblanza muy acertada del P. Juventino. Yo mismo te animé a iniciarla, puesto que conviviste seis años con él en Antequera y le conocías y apreciabas plenamente.
Dios lo tenga en su gloria. Por fin, pude hablar con el P.Carlos y me dice que el funeral fue concelebrado por más de 12 sacerdotes y seguido por una multitud de fieles.
Gracias de nuevo y un fuerte abrazo
Amigo José Manuel, hace algunos dias recibí tu llamada telefónica en que me comunicabas la triste noticia del fallecimiento de nuestro querido P. Juventino.
Después, leyendo tu entrañable y magnífica semblanza, donde manifiestas todo el cariño y gratitud que sentías por su persona, me has hecho rememorar algunas vivencias de aquella lejana época del Seminario. Recuerdo su trato afable y cercano, su gran dedicación en mejorar nuestra formación, su interés para que tuviéramos un concepto noble y sano del deporte, su amistad y su buen talante.
También, desde este medio, quiero enviar mis condolencias al P. Carlos.
Con un abrazo para todos, José Fernández de Otura
Has trazado, J.Manuel una semblanza del P. Juventino muy correcta, que rezuma calor y cariño de principio a fin. Creo que es el artículo que habríamos escrito muchos de nosotros.
Estos «hombres jóvenes entregados a la difícil tarea de formar, educar e instruir a unos niños depositados en sus manos», como tú muy bien los defines, estoy convencido que tenían asimismo muy claramente diferenciadas sus tareas: Oratoria, urbanidad, dicción, música, arte, liturgia, honestidad… Con un hilo conductor común a todos ellos, ciertamente, pero cada uno en su papel. Y con Juventino nos llegaba siempre el aire fresco del exterior. Para mí eso fue lo que más me llamó la atención de él. Además, por supuesto, de la piña que consiguió con todos nosotros en torno al mundo del deporte, principalmente el balonmano, con nuestro particular Iker Casillas (Alfonsito de Antequera) que nos hacía vibrar de emoción en todos los partidos, llegando incluso a poner nervioso a más de un adversario…
Por aquellos partidos de fútbol que escuchábamos contigo en la radio, por aquellas conversaciones como si fueras el hermano mayor, tan humanas y llenas de sentido común, por tantos ratos buenos como nos hiciste pasar, gracias Juventino.
Hasta siempre!
Gracias, José Manuel, por tu sentido homenaje al que tanto contribuyó en nuestra formación. Me uno a tus elogios y comparto el afecto que muestras por él. Dios premiará los trabajos y esfuerzos que realizó por nosotros, otorgándole la paz para siempre.
¡Vaya mi oración, junto a las de todos los que le apreciamos, para que logre el descanso eterno!.
Mis condolencias a su hermano, nuestro querido P. Carlos.
Manolo «Zuheros».
Gracias, amigo José Manuel, por la semblanza que nos regalas del P. Juventino. Estoy seguro de que todos los que lo conocimos estamos hoy apenados por su pérdida. Que Dios le conceda el descanso eterno.