Cada día brota una historia: «Aquí no ha pasado nada»

Ocurrió en Chernobyl, Ucrania, en 1986.

Fue la más grave catástrofe nuclear hasta entonces padecida en el mundo entero, pero los pájaros que hu­yeron y los gusanos que se hundieron bajo tierra fue­ron los únicos que informaron de la tragedia desde el primer instante.

El gobierno soviético dictó orden de silencio.

La lluvia radiactiva invadió buena parte de Europa y el gobierno seguía negando o callando.

Un cuarto de siglo después, en Fukushima, estalla­ron varios reactores nucleares y el gobierno japonés también calló o negó las versiones alarmistas.

Razón tenía el veterano periodista inglés Claude Cockburn cuando aconsejaba:

No creas nada hasta que sea oficialmente desmentido.

 

(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, pag. 140. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A.. 2012)

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