El pasado día 27 de Octubre falleció nuestro compañero ex-seráfico Eugenio Altuzarra de Sevilla.
Descanse en la paz del Señor.
El pasado día 27 de Octubre falleció nuestro compañero ex-seráfico Eugenio Altuzarra de Sevilla.
Descanse en la paz del Señor.
Aunque ha aparecido ya en el Blog una crónica del VII Encuentro, desearía aportar una visión de mis vivencias acerca del mismo. Ante todo destacar el clima de fraternidad y compañerismo que se respiró por doquier y la entrega y cariño que tanto compañeros como familiares han puesto para que todo resulte perfecto en la celebración de unas jornadas festivas presididas por los recuerdos y vivencias de nuestro pasado seráfico junto a nuestro presente actual y cotidiano.
Lamentar la ausencia de diversos compañeros que por diversas circunstancias familiares y personales no han podido asistir en esta ocasión como Miguel Tomás, Antonio Abril Murciano, Rafael Castellano, José Mª Sarmiento, nuestro querido Padre Eulogio, entre otros. Seguro que todos ellos tuvieron puesta la mente y el corazón en el Encuentro.
Mi andadura personal hacia el VII Encuentro la inicié el pasado día 26 de Septiembre cuando a las 12.30 de la mañana puse rumbo a Atarfe (Granada), a casa de mi hermana Toñi. El viernes, día 27, llegamos a Antequera, pasando a visitar al Padre Carlos de Ronda que nos hizo gozar de su hospitalidad, y disfrutar de sus admirables dotes de buen conversador con el gracejo andaluz que le caracteriza. Charlamos de mil y una cosas, recordamos anécdotas y vivencias pasadas y echamos mucho de menos a nuestro querido Padre Juventino pues su aura sigue impregnando todos y cada uno de los rincones de la casa.
Una vez instalados en el Hotel Antequera Golf, saludamos a los compañeros que se hospedaban en el mismo: Antonio García Rubio y Ana, a los que no veía desde Sanlúcar de Bda, a Baldo y Marian, a Antonio Granados, Gabriel Durán, etc. El hall del hotel se llenó de abrazos, risas y una desbordada alegría. Más tarde se nos unieron la esposa de Gabriel, Juan Antonio Perea y su esposa y nos encaminamos al antiguo Mercado de Abastos, transformado en restaurante, donde, degustando las bebidas y tapas típicas del local, tuvimos una animada charla que nos hizo pasar una velada inolvidable.
El día 28, día del Encuentro, nos congregó a todos en el antiguo Seminario Seráfico. Nos acreditamos como asistentes al Encuentro y en el patio de los pequeños se repitieron los abrazos y parabienes a medida que íbamos encontrando a compañeros como Ildefonso, Felipe Granados, Pepe Acedo, Manolo Poyatos, José Morenilla, Antonio Galván, Fray Alfonso Ramírez Pedrajas, fray Juan Jesús Linares, Guardián del Convento, Pepe López y esposa, etc. y a tantos compañeros que no recuerdo ahora mismo sus nombres.
Ya me encontraba muy contento y animado, pero al reencontrarme por primera vez después de 50 años con compañeros de curso como Raimundo Suárez Mora, Juan José Valverde León, alias «Sanguagüe», José Antonio Fernández López, alias «el Mega», me sentí el más feliz de la tierra. Les agradezco profundamente el haber querido pasar esta jornada entre nosotros y el cariño y la motivación que les animaron a asistir. Raimundo tuvo que marcharse pronto, pero el abrazo en el que nos fundimos ya lo dice todo.
Ya en el refectorio se inicia la Asamblea con unas palabras de bienvenida del Guardián del Convento, Fray Juan Jesús, tomando la palabra a continuación Antonio Sancho como Presidente de la Asociación que, además de agradecer nuestra presencia, da cuenta del estado de la Asociación en el último año; momentos después Baldo Maya nos exhorta y anima a la colaboración en el blog y expone el proyecto de “colgar” en el blog una base de datos con nuestros datos básicos y fotografías que nos identifiquen para consulta
restringida de los asociados. A continuación, Gabriel Durán, en nombre de la Asociación, entrega un cheque obsequio al P. Guardián del Convento de Antequera. Antonio Sancho invita a los asistentes al uso de la palabra para ruegos, preguntas, … momento que aprovecho para dedicar un homenaje y recuerdo cariñoso al Padre Juventino, viéndose refrendado con un fuerte aplauso de los asistentes a su memoria. Culminó la asamblea imponiendo las insignias de la Asociación a los nuevos compañeros que durante este último año se han dado de alta.
Con posterioridad nos dirigimos al templo-conventual, donde el P. Diego de Guájar nos dirige unas palabras de presentación e introducción a la exposición sobre la “Historia del Seminario Seráfico de Antequera” a cargo de nuestro querido compañero Ildefonso de Córdoba. Su magnífica exposición analiza, en un recorrido histórico, los orígenes del Seminario desde 1905 hasta su clausura y cierre en el 1975. Desde su primer Director y Claustro de Profesores hasta el último; desde el primer seminarista conocido hasta el último de la larga lista, más de 1500 en total. Qué provincias y
poblaciones aportaron más personal al Seminario, resultando ser Granada, y en concreto Cogollos Vega la que más aportaciones realizó, por el contrario Almería la que menos. Relató las titulaciones académicas alcanzadas por nuestros profesores y la Universidad que se las había otorgado. A qué tipo de actividades profesionales se habían o estaban dedicando preferentemente todos los que habían pasado por el Seminario, resaltando entre algunas de ellas la del compañero Lorenzo Palomo de Ciudad Real como compositor y Director de la Orquesta Sinfónica de Berlín además de sus colaboraciones con otras orquestas e instituciones públicas y privadas, Paco Corpas que trabaja en el Palacio Real desde el Patrimonio Nacional y que ha viajado por medio mundo en misiones de paz, Antonio Sancho como Jefe de Protocolo de la Diputación de Cádiz, etc.
Pero lo que me llenó de admiración fue que Ildefonso haya construido esta ponencia sin apenas fuentes a las que consultar, valiéndose exclusivamente del Libro-Registro de Alumnos y de los datos conservados en su gran memoria, siendo capaz de deleitarnos con su impecable y magnífica exposición fruto, sin duda, del enorme cariño que pone en todas sus aportaciones y, más aún, cuando se trata del Seminario.
A continuación, Fr. Juan Jesús Linares, nos describió el proceso y detalles de la excelente Exposición sobre el IV Centenario de la Fundación del Convento de Antequera que se hallaba desplegada en el interior del templo. Aprovechando la ocasión del Encuentro se exhibieron en el patio de los pequeños unos paneles que mostraban en un recorrido fotográfico las “andanzas” de los años que por el Seminario pasaron durante los años 50 a los 70.
La comida de hermandad se celebró en el restaurante «El Moral». Allí pudimos agruparnos con los más allegados.
A las 7 de la tarde se celebró un concierto en la iglesia de Capuchinos que estuvo a cargo del cuarteto de cuerda «Manuel de Falla» de Cádiz, contratado para tal efecto. Entre otras obras, interpretaron algunas composiciones del Padre Agustín de Antequera. Al terminar el concierto celebramos la Eucaristía como símbolo de la unidad fraternal del Encuentro, se hizo un recordatorio en memoria del Padre Juventino y participamos a lo largo de la celebración con motetes que nos hicieron revivir antiguas destrezas musicales, sabiamente dirigidos por la maestría y buen hacer de Felipe Granados. Nos sorprendió Pepe López, en éste si pervive la destreza, que cantó «a capella» el poema de Santa Teresa de Jesús “Veante mis ojos dulce Jesús bueno”.
El Domingo nos desplazamos en autobús para visitar los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral. Antes de iniciar la visita, visionamos un documental en el que se exponía con todo lujo de detalles cómo y por qué se construyeron en aquel emplazamiento. Nuestra guía Paqui, bella chica, desempeñó perfectamente su función informativo-formativa y con gran amabilidad y profesionalidad contestó a todas nuestras preguntas y consultas. Durante la visita a los dólmenes se nos unió al grupo Juan Manuel
Ayala de Mérida, excelente compañero, magnífico pintor y dibujante que pudimos abrazar después de un montón de años sin verlo. Su presencia entre nosotros minimizó la pertinaz lluvia que nos acompañó durante toda la mañana del domingo.
De regreso al Convento, al pasar junto al Convento de las Carmelitas Descalzas, descendimos del autobús el Padre Buenaventura de Sevilla, Antonio Sancho, Gabriel Durán y yo para visitar el columbario donde reposan las cenizas del Padre Juventino. Fuimos tratados por las religiosas con un gran afecto y cariño y tuvimos la oportunidad de conversar brevemente con el P. Carlos, que se disponía a celebrar la Eucaristía.
De vuelta al Convento capuchino, Fray Alfonso Ramírez Pedrajas nos enseñó el estado actual de las antiguas dependencias del Seminario tales como la Capilla antigua, los aseos, dormitorios, etc. Posteriormente, en el refectorio, celebramos la última comida de hermandad y, al término de la misma, la mayoría de los compañeros nos despedimos para iniciar el regreso a nuestros lugares de procedencia. Es el momento más triste después de unas jornadas plenas de gozo y alegría.
El lunes día 30, mi esposa y yo, estuvimos en Granada con Miguel Tomás visitando la Catedral y sus alrededores, Zacatín, Bib-Rambla, Pasiegas, etc., comimos en su casa y, más tarde fuimos a casa de Antonio Abril Murciano que nos invitó a café, dirigiéndonos posteriormente al Albaicín por la antigua carretera de Murcia. Desde el mirador de San Cristóbal divisamos una magnífica panorámica de la ciudad de Granada. Surcamos las intrincadas callejuelas del Albaicín en dirección al mirador de San Nicolás entre sonidos de zambra gitana, músicos callejeros y el inconfundible aroma de jazmines hasta llegar a toparnos con una bellísima panorámica de La Alhambra. Después, en la Plaza de Toros, en una de sus famosas tascas, degustamos unas tapitas típicas. Al día siguiente dimos por concluido nuestro VII Encuentro regresando a nuestros lares en Albacete.
Nuestro agradecimiento a nuestras esposas que tan gentilmente nos acompañan y ponen ese toque de feminidad, elegancia y belleza. A toda la comunidad conventual del Convento de Antequera por su exquisita atención y celo para que nos sintiéramos como en casa. A Juan Antonio Perea y Gabriel Durán por su esfuerzo y trabajo para que todo saliese bien. A Antonio Sancho que teniendo que viajar a Asturias al día siguiente estuvo «dando el callo» como siempre. ¡Hasta el año que viene en Córdoba!
José Manuel Chacón Mora de Níjar.
La Asociación “Francisco de Asís” se ha reunido los pasados días 28 7 29 de Septiembre en su centro fundacional de Antequera.
El encuentro comenzó, según el Programa de actividades, con la Asamblea General en la que intervinieron el Guardián del Convento, Fray Juan Jesús Linares Fernández que dió la bienvenida a todos los asistentes y el Presidente de la Asociación, Antonio Sancho Pedreño, que expuso la situación actual, así como los próximos proyectos y el estado de cuentas de la Asociación. El próximo Encuentro de nuestra Asociación, en el año 2014, será en Córdoba.
A continuación se procedió a visitar la exposición de fotografías alusivas a la vida en el Seminario en el tiempo transcurrido entre los años 1940-1975 y que, con motivo del Encuentro, se mostraban en la galería del patio interior del antiguo Seminario. Simultáneamente, los asistentes pudieron visitar en la iglesia conventual la exposición “Capuchinos, Memoria Agradecida”, conmemorativa del IV Centenario de la construcción del Convento Capuchino de Antequera y la próxima beatificación de los siete mártires capuchinos el día 13 de octubre de 2013 en Tarragona.
Posteriormente pudimos asistir a una documentada, curiosa y entrañable conferencia a cargo de Alfonso Jiménez (Ildefonso de Córdoba) sobre lo que representó para nuestras vidas y para la Orden la experiencia de pasar por el Seminario.
El Almuerzo se celebró en un restaurante de la ciudad, situado en la nueva zona de expansión de la ciudad.
Por la tarde, tuvimos la suerte y el regalo de asistir a un Concierto espléndido protagonizado por el Cuarteto “Manuel de Falla” en el que interpretaron obras de nuestro coetáneo y profesor P. Agustín de Antequera, que nos sorprendieron por su belleza y riqueza musical, así como piezas de Schubert, Mozart, Bach, Fauré…, culminando con el grandioso y solemne Himno a la Divina Pastora del P. Agustín de Antequera.
Se cerraron los actos del día 28 con la celebración de la Eucaristía, oficiada por el P. Diego de Güajar, y ayudada por los PP. Juan Jesús Linares y Alfonso Ramírez.
El domingo día 29 realizamos una visita cultural a los Dólmenes de Antequera (Menga, Viera y Romeral ) que son unos de los mejores exponentes del megalitismo europeo como vestigios de la cultura funeraria de la Edad de Bronce en la Península. Visita que fue especialmente instructiva gracias al visionado previo del video sobre la construcción virtual de dichos monumentos megalíticos.
La convivencia terminó con un almuerzo fraternal en el refectorio del antiguo Seminario Seráfico Capuchino.
En el año 2009, en el Día de la declaración universal de los derechos humanos, el presidente Barack Obama recibió el Premio Nobel de la Paz.
En su discurso de agradecimiento, al presidente no se le ocurrió nada mejor que rendir homenaje a la guerra: la guerra justa y necesaria contra el Mal.
Cuatro siglos y medio antes, cuando el Premio Nobel no existía y el Mal no residía en las tierras que contenían petróleo sino en las que prometían oro y plata, el jurista español Juan Ginés de Sepúlveda también había defendido la guerra justa y necesaria contra el Mal.
En aquella época, Ginés explicó que la guerra contra los indios de las Américas era necesaria, siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, y la guerra era justa porque es justo, por derecho natural, que el cuerpo obedezca al alma, el apetito a la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, lo imperfecto a lo perfecto y lo peor a lo mejor, para bien de todos.
(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, pag. 388. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012)
En el año 2009, el gobierno de Brasil pidió disculpas a Paulo Freiré. El no pudo agradecer el gesto, porque llevaba doce años de muerto.
Paulo había sido el profeta de una educación solidaria.
En sus comienzos, daba clases bajo un árbol. Había alfabetizado a miles y miles de obreros del azúcar, en Pernambuco, para que fueran capaces de leer el mundo y ayudaran a cambiarlo.
La dictadura militar lo metió preso, lo echó del país y le prohibió el regreso.
En el exilio, Paulo anduvo mucho mundo. Cuanto más enseñaba, más aprendía.
Hoy, trescientas cuarenta escuelas brasileñas llevan su nombre.
(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, pag. 374. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012)
Ocurrió en Chernobyl, Ucrania, en 1986.
Fue la más grave catástrofe nuclear hasta entonces padecida en el mundo entero, pero los pájaros que huyeron y los gusanos que se hundieron bajo tierra fueron los únicos que informaron de la tragedia desde el primer instante.
El gobierno soviético dictó orden de silencio.
La lluvia radiactiva invadió buena parte de Europa y el gobierno seguía negando o callando.
Un cuarto de siglo después, en Fukushima, estallaron varios reactores nucleares y el gobierno japonés también calló o negó las versiones alarmistas.
Razón tenía el veterano periodista inglés Claude Cockburn cuando aconsejaba:
—No creas nada hasta que sea oficialmente desmentido.
(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, pag. 140. Ed. Siglo XXI de España Editores, S.A.. 2012)
El 18 de abril de 1955 murió Albert Einstein.
Hasta este día, y durante veintidós años, el FBI, Federal Bureau of Investigations, intervino su teléfono, leyó sus cartas y revisó sus tachos de basura.
Einstein fue espiado porque era espía. Espía de Moscú: eso decía su frondosa ficha policial. Y también decía que él había inventado un rayo exterminador y un robot capaz de leer la mente humana. Y decía que Einstein fue miembro, colaborador afiliado de treinta y cuatro frentes comunistas entre 1937 y 1954, dirigió honorariamente tres organizaciones comunistas, y no parece posible que un hombre con estos antecedentes pueda convertirse en un leal ciudadano americano.
Ni la muerte lo salvó. Siguió siendo espiado. Ya no por el FBI, sino por sus colegas, los hombres de ciencia, que cortaron su cerebro en doscientos cuarenta trocitos y los analizaron en busca de la explicación de su genio.
No encontraron nada.
Ya Einstein había advertido:
—Lo único que yo tengo de anormal es mi curiosidad.
(Eduardo Galeano, “Los hijos de los días”, pag. 132. Ed. Siglo XXI de España Editores, S. A. 2012)