Del ocio y distracción a la sensibilización cinematográfica
En muchas de mis colaboraciones en nuestro Blog he manifestado con suficiente claridad y lo reafirmo en esta ocasión que, la Educación y Formación Académica recibidas en el Seminario Seráfico de Antequera, fue de las más completas y avanzadas de su tiempo, al disponer de un Claustro de Profesores formado por profesionales muy cualificados y capacitados en todas las materias del currículo.
Hecha esta breve introducción, paso a desarrollar el tema de esta colaboración. El tema de este trabajo versa sobre la cultura cinematográfica que adquirimos en nuestra estancia en el Seminario. Por supuesto, lo que aquí expongo tiene una singular carga de subjetividad pues supuso mi primera inmersión como experiencia personal en el mundo de la cinematografía.
Retrotrayéndome en el tiempo y por ello a mi infancia, recuerdo los diferentes pueblos por los que pasó mi familia acompañando a mi padre en el desempeño profesional de guardia civil. Eran los años 50, y no había demasiados pueblos que pudieran disponer de Sala de Cine. Obviamente, no estamos hablando de ciudades ni de grandes poblaciones; todas ellas disponían de varias. Pero había pueblos que representaban “otro mundo” en la España de la posguerra.
Recuerdo que la primera película a la que asistí como espectador fue en el pueblo de Alamedilla (Granada ) y, si no me falla la memoria, era sobre “Tarzán”, en blanco y negro. Se proyectaba la película en un cine de verano al aire libre, recién estrenado, con su piso de tierra y las butacas de diseño al uso, es decir, de sillas de anea ensambladas por la espalda por una madera que las unía entre 8 o 10 butacas y que formaban las distintas filas de la “sala”.
Para que comprendáis la capacidad de asombro y, por ende, de limitado progreso que solían tener las gentes de los pueblos en aquellos tiempos, baste esta prueba de que, una noche en mitad de la proyección, pasó un avión por el cielo con sus luces intermitentes y a alguien se le ocurrió decir: «¡Mirad, un avión!». La gente se levantó de su asiento mirando al cielo, admirando el prodigio de la técnica, haciendo caso omiso de la proyección. Creo que este fue mi bautismo como espectador en 1957.
Tuve la inmensa suerte de que los pueblos por los que pasó mi padre, todos tenían sala de cine y así pude ir adentrándome en la afición cinematográfica. No obstante, tengo que reconocer que mi bagaje se limitaba a western de poca monta como “Fort Bravo”; algunas películas nacionales de exaltación patriótica y del mundo de la copla, tales como: «Locura de amor», «A mí la Legión», «Nobleza baturra», «El último cuplé», «Violetas
imperiales», etc. con un elenco de actores como: Aurora Bautista, Paquita Rico, Marujita Díaz, Fernando Rey, Alfredo Mayo, Manuel Luna, José Isbert, etc. En cuanto a los Directores de Cine más relevantes era Juan de Orduña.
Pienso que las proyecciones en las salas de cine de los años 50-60 las acaparaban las películas de exaltación de los valores patrios y algunas norteamericanas como “Lo que el viento se llevó», «Casablanca», etc. A partir de la década de los sesenta es cuando aparecen los grandes productores co
mo Cecil B. DeMille y las grandes productoras como la Warner Bros que acaparan todas las pantallas con superpelículas de temáticas variadas (bíblicas, históricas, bélicas, aventuras, etc ) He aquí algunas de ellas: «Ben Hur», «Los 10 Mandamientos», «Rey de Reyes», «La Biblia», «Quo Vadis», “Sansón y Dalila», “Gengis Khan», «Espartaco», «Los cañones de Navarone», «El puente sobre el río Kwai», «Pearl Harbour», «La caída del Imperio Romano», «La batalla de Inglaterra», «Doce del patíbulo «, «Rommel, el zorro del desierto”,etc. De esta manera fuimos conociendo a importantes actores y actrices del mundo del celuloide de los que no teníamos ni idea de su existencia, entre otros: John Wayne, Charlton Heston, Laurent Bacard, Stephen Boyd, Humphrey Bogart, Robert Taylor, Cary Grant, Robert Mitchum, Burt Lancaster, Gregory Peck, Spencer Tracy, Lee Marvin, Anthony Quinn, Liz Taylor, Grace Kelly, Audrey Hepburn, Ava Gadner, Ingrid Bergman, Janet Leigh, Greta Garbo, etc. La lista sería interminable, pero he querido destacar a este selecto grupo. Muchos fueron premiados con los famosos Oscars de Hollywood por sus excelentes interpretaciones.
Toda esta relación de películas y otras que no recuerdo, las visionamos durante nuestra estancia en Antequera. Con lo cual, yo, un chico de pueblo, que accede al Seminario sin cultura cinematográfica alguna, pude iniciarme en la afición por el cine. Así, supongo, nos ocurriría a la mayoría. Aunque los originarios de ciudades o pueblos importantes, casi seguro que tendrían ya algún camino andado sobre el tema que nos ocupa.
Recuerdo que oía a los compañeros de los cursos mayores comentar por los pasillos acerca de las películas y de temas tan crípticos para mí como primeros planos, travelling, picados, actores secundarios, protagonistas, rigor histórico, etc. No sabía si hablaban en chino, arameo o en sánscrito. Eran los primeros en enterarse de qué película íbamos a ver; después el resto, cuando en el refectorio nos lo comunicaba el Padre Fabián : “Venga, arreglaos, que vamos al cine». Alegría generalizada y todos corriendo a vestirnos con nuestras mejores galas.
Los cines de Antequera eran el «Ideal«, situado en la calle principal, (hoy desaparecido ) y el «Torcal«, de más reciente construcción y por tanto más moderno; tenía dos bailarinas en ambas paredes de la sala. Recuerdo que en este cine visionamos «Ben Hur» y otras más. En el cine «Ideal«, asistimos a la proyección de «Los cañones de Navarone». Recuerdo el escalofrío que sentí en el cuerpo cuando, en una escena de esta película, uno de los personajes está escalando un acantilado en un amanecer frío, ventoso y de lluvia y en un clima de tensión especial y al meter la mano en una grieta de la roca, sale despavorida una gaviota graznando, provocando el general sobresalto y susto entre los espectadores.
Quiero dedicar este artículo a nuestro querido compañero Luís Rodríguez Vílches de Alcalá la Real que, estando residiendo en Almería capital y aprovechando unas vacaciones estivales, trabajó como extra en uno de los famosos westerns que se rodaron en el desierto de Tabernas.
José Manuel Chacón Mora de Níjar.